viernes, 27 de noviembre de 2015

La cruel mentira

Comenzamos a andar sin rumbo… donde las palabras sobraban y el silencio reinaba. El frió no me impedía sentir la angustia que sentía tu corazón, más la mía era no saber cómo lidiar con dicho problema, ya que intuía desde el principio que era una cruel infausta mentira, pero callaba para intentar no abrirte viejas heridas o provocarte pensamientos negativos.
Observe que tu mirada agachada se dirigía a una dirección opuesta hacia mí, entonces empecé a oírte a sollozar. El corazón se me encogió, y la impotencia me llevo a abrazarte, y a sentir tus cálidas lágrimas en la piel de mi mano.