lunes, 2 de junio de 2014

Sociedad

Cada mañana cierro mis ojos para ignorar mi alma rota que me exprime el horizonte del ocaso del ser humano. Hay una colección de problemas en el que nos reprimen los intereses de los burgueses. No saben distinguir las malditas consecuencias en las que lanzan sus fusibles,  pero a su vez reclutan a jóvenes que acaban sepultados como marionetas ¿acaso se lo merecen?
Entre infección e infección, generan firmas de  hipotecas, y desde tu balcón puedes ver el desahucio de tu vecino. Algunos son esclavos de la televisión e ignoran estos problemas, pero otros piensan en revolución y resistencia, y ahora parece que manifestarse es ilegal; te consideran terrorista por insultar a un político que ni siquiera son de verdad; más bien es una dictadura disfrazada de legalidad. Es sádico aguantar esta farsa, y ver la sangre del pueblo derramada ¿acaso somos inútiles por  ignorar lo que pasa en esta realidad?
Quizá ahora se nota mi ausencia, pero pierdo la cabeza cuando veo sangre y muerte contra esta resistencia… Se me rompe la inocencia.
Demasiado camino que andar en las que me seducen la luz tus ojos, y mi cruel soledad va acompañada de la música de mi guitarra.  Ahora que no tú no estás el desamor me cobra intereses, volviéndome loco y recordando los días bajo ese árbol donde nació nuestro pequeño amor.
No sé, si volveré a encontrar el amor  porque “¿cómo pretender enamorarme de una? Si le digo que está llena y se piensa que es ella y no la luna”.
Adiós los sueños de un soñador

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